Empezaremos nuestra entrada con un mapa conceptual que ilustra los puntos principales de la plítica lingüística del MCERL.
Nos vamos a centrar concretamente
en el aspecto motivacional: ¿cómo hacer que el alumno tenga motivación por
aprender una lengua extranjera? ¿Qué argumentos brindarle para que el
aprendizaje no se convierta en un trabajo tedioso? ¿Qué métodos y estrategias
podemos emplear para que el alumno llegue a clase con unas ganas reales de
aprender el idioma? Como profesores nos planteamos a menudo estas cuestiones,
por lo que veremos qué respuestas podemos dar a la dificultad tan importante que
resulta la ausencia de motivación, enfocándonos en el alumnado de secundaria.
Debemos tener en cuenta que la
motivación es aquello que nos impulsa a realizar algo plenamente y con la mejor
de nuestras capacidades y disposiciones. Esto es muy positivo para cualquier
actividad que queramos desarrollar.
El primer y fundamental elemento
es que el docente sea un apasionado de la materia que imparte. Sin este gusto
por lo que hace, difícilmente podrá transmitir motivación a su alumnado. Este
primer paso resulta vital para conectar con los alumnos.
En segundo lugar, tenemos que saber
qué argumentos darle al alumno para que se motive. Para ello, podemos hacer
hincapié en la importancia del aprendizaje de una lengua extranjera para
moverse por el mundo. Esta movilidad puede darse por motivos de turismo,
trabajo, salud, etc. En cualquier caso, deben saber que si viajamos a otro país
y no dominamos medianamente el idioma, no podremos hacer frente a dificultades
que puedan surgir como un accidente o una enfermedad que requiera de una
comunicación en el ámbito médico, o a una situación de robo, por ejemplo, que
necesitaría de una explicación en una comisaría de lo ocurrido. Además, podemos
resaltar la utilidad a la hora de viajar como práctica turística, pues el
idioma nos permitirá reconocer un plato gastronómico u otro cuando queramos comer
en un restaurante, o preguntar por el precio o la talla de una prenda de ropa
en una tienda, etc. Lo mismo sucede si más adelante quieren o se ven obligados
a buscar trabajo en otro país. Sin un nivel medio-alto de la lengua no podrán
conseguir el trabajo deseado, o de hacerlo, no podrán llevarlo a cabo con
eficacia.
Una vez cubiertos los puntos
mencionados, es vital que las aulas se conviertan en medios dinámicos en los
que el alumno pueda vivenciar las situaciones descritas y no se trate
únicamente de un proceso de enseñanza-aprendizaje en el que solo importa la
adquisición de contenidos. Para ello, es importante tener en cuenta que cada
alumno es un universo y cuenta con peculiaridades y habilidades específicas. Se
deben tener en cuenta no solo los aspectos intelectuales, sino también los
emocionales, comunicativos, psicológicos, etc.
Para poder integrar todos estos
elementos en el aula, se pueden emplear diferentes estrategias. Una de ellas
puede ser el empleo de actividades más lúdicas como juegos de rol en los que
cada estudiante adopta un papel concreto dentro de una situación comunicativa. Se
puede representar la situación en un restaurante, en el médico (has tenido un
accidente, te has caído y te has torcido el tobillo), en la comisaría (te han
robado el bolso con todos tus documentos y tienes que dar parte a la policía),
en la oficina de turismo (acabas de llegar a un lugar y precisas saber dónde
está tu hotel, cuáles son los principales puntos turísticos de interés, dónde
puedes coger un autobús o un taxi) o en una tienda de ropa. Los juegos de rol
nos permiten ejercitar la destreza de la comprensión y expresión orales, esta
última algo olvidada en la práctica docente y en la programación educativa.
Para concluir, podemos decir que sin motivación tanto por parte del profesor como del alumno, difícilmente se podrá llegar a un proceso de enseñanza-aprendizaje efectivo e integral en el que ambas partes queden satisfechas con dicho proceso y con ganas de aprender más a cada paso. Además, las aulas son espacios en los que la creatividad puede desarrollarse sin límites y este aspecto creativo es algo que suele motivar en gran medida al alumnado. Que este disponga de cierta libertad para aportar su grano de arena en su propio proceso de aprendizaje es sumamente alentador y motivador y les aporta autonomía y confianza en sí mismos.
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