domingo, 17 de diciembre de 2017

Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas


Empezaremos nuestra entrada con un mapa conceptual que ilustra los puntos principales de la plítica lingüística del MCERL.





Nos vamos a centrar concretamente en el aspecto motivacional: ¿cómo hacer que el alumno tenga motivación por aprender una lengua extranjera? ¿Qué argumentos brindarle para que el aprendizaje no se convierta en un trabajo tedioso? ¿Qué métodos y estrategias podemos emplear para que el alumno llegue a clase con unas ganas reales de aprender el idioma? Como profesores nos planteamos a menudo estas cuestiones, por lo que veremos qué respuestas podemos dar a la dificultad tan importante que resulta la ausencia de motivación, enfocándonos en el alumnado de secundaria.

Debemos tener en cuenta que la motivación es aquello que nos impulsa a realizar algo plenamente y con la mejor de nuestras capacidades y disposiciones. Esto es muy positivo para cualquier actividad que queramos desarrollar.

El primer y fundamental elemento es que el docente sea un apasionado de la materia que imparte. Sin este gusto por lo que hace, difícilmente podrá transmitir motivación a su alumnado. Este primer paso resulta vital para conectar con los alumnos.

En segundo lugar, tenemos que saber qué argumentos darle al alumno para que se motive. Para ello, podemos hacer hincapié en la importancia del aprendizaje de una lengua extranjera para moverse por el mundo. Esta movilidad puede darse por motivos de turismo, trabajo, salud, etc. En cualquier caso, deben saber que si viajamos a otro país y no dominamos medianamente el idioma, no podremos hacer frente a dificultades que puedan surgir como un accidente o una enfermedad que requiera de una comunicación en el ámbito médico, o a una situación de robo, por ejemplo, que necesitaría de una explicación en una comisaría de lo ocurrido. Además, podemos resaltar la utilidad a la hora de viajar como práctica turística, pues el idioma nos permitirá reconocer un plato gastronómico u otro cuando queramos comer en un restaurante, o preguntar por el precio o la talla de una prenda de ropa en una tienda, etc. Lo mismo sucede si más adelante quieren o se ven obligados a buscar trabajo en otro país. Sin un nivel medio-alto de la lengua no podrán conseguir el trabajo deseado, o de hacerlo, no podrán llevarlo a cabo con eficacia.

Una vez cubiertos los puntos mencionados, es vital que las aulas se conviertan en medios dinámicos en los que el alumno pueda vivenciar las situaciones descritas y no se trate únicamente de un proceso de enseñanza-aprendizaje en el que solo importa la adquisición de contenidos. Para ello, es importante tener en cuenta que cada alumno es un universo y cuenta con peculiaridades y habilidades específicas. Se deben tener en cuenta no solo los aspectos intelectuales, sino también los emocionales, comunicativos, psicológicos, etc.

Para poder integrar todos estos elementos en el aula, se pueden emplear diferentes estrategias. Una de ellas puede ser el empleo de actividades más lúdicas como juegos de rol en los que cada estudiante adopta un papel concreto dentro de una situación comunicativa. Se puede representar la situación en un restaurante, en el médico (has tenido un accidente, te has caído y te has torcido el tobillo), en la comisaría (te han robado el bolso con todos tus documentos y tienes que dar parte a la policía), en la oficina de turismo (acabas de llegar a un lugar y precisas saber dónde está tu hotel, cuáles son los principales puntos turísticos de interés, dónde puedes coger un autobús o un taxi) o en una tienda de ropa. Los juegos de rol nos permiten ejercitar la destreza de la comprensión y expresión orales, esta última algo olvidada en la práctica docente y en la programación educativa.

Para concluir, podemos decir que sin motivación tanto por parte del profesor como del alumno, difícilmente se podrá llegar a un proceso de enseñanza-aprendizaje efectivo e integral en el que ambas partes queden satisfechas con dicho proceso y con ganas de aprender más a cada paso. Además, las aulas son espacios en los que la creatividad puede desarrollarse sin límites y este aspecto creativo es algo que suele motivar en gran medida al alumnado. Que este disponga de cierta libertad para aportar su grano de arena en su propio proceso de aprendizaje es sumamente alentador y motivador y les aporta autonomía y confianza en sí mismos. 

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